La narración de un día transcurrido en una chashitsu, una casa típica de té japonesa, que nos transporta a una dimensión etérea, hecha de luces y sombras. Las palabras nos acompañan entre atmósferas niponas, arquitecturas esenciales y la belleza de la naturaleza, para descubrir la técnica Washi de procesamiento del papel, así como el arte de disponer las flores o de dar una vida nueva a objetos y tejidos.
Tras años de ausencia, volver a Kioto, a la antigua casa de té de Sumiya, en Shimabara, en un barrio tan repleto de historia, me emociona profundamente. Todavía resuenan las voces de los artistas y de los literatos que en el pasado se daban cita, y los misteriosos haiku de los poetas locales. Entrar en estas salas del siglo XVII es sentirse envueltos por la refinada estética japonesa, por la esencialidad de los espacios, por las tonalidades naturales de la madera y de los tatamis, mientras fuera, en la ciudad, el hanami tiñe de rosa los cerezos.