Fundador de la pintura metafísica, el artista italiano moldeó una estética capaz de evocar el misterio, la expectación y una dimensión suspendida entre el sueño y la realidad. Pero más allá de las icónicas plazas mudas y los enigmáticos maniquíes, hay un aspecto menos conocido de su obra que merece ser redescubierto: su conexión con el teatro.
A través de colores, perspectivas y juegos de sombras, el tema dedicado a De Chirico traslada su visión al ámbito del interiorismo, creando una nueva dimensión estética. La intención es reinterpretar su poética a través de un lenguaje contemporáneo, capaz de evocar la magia de la escenografía y la fascinación de la teatralidad.
El resultado es una narrativa visual que invita a perderse en espacios imaginarios, donde el tiempo parece detenerse y cada elemento pasa a formar parte de una representación silenciosa pero significativa.
De este modo, el enfoque escenográfico de De Chirico se transforma en una experiencia inmersiva, aportando la sugerencia de un escenario sin fin a las superficies de Glamora.